La transformación personal tiene por resultado una naturaleza totalmente nueva. Esa naturaleza reemplaza a la antigua, que había estado corrompida desde el principio. El apóstol Pablo lo describe de esta manera: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Corintios 5:17). Pensemos en otros términos que se usan en la Biblia para describir el contraste total que existe entre lo viejo y lo nuevo. Cuando alguien se convierte en creyente, sale de las tinieblas para pasar a la luz (Hechos 26:18); sale de la esclavitud para pasar a la libertad (Romanos 8:21); sale de la muerte para entrar en la vida (Romanos 6:13). En realidad, el nuevo creyente ha pasado por un segundo nacimiento. El primero fue un nacimiento natural, que vino unido a una naturaleza caída. El segundo es un nacimiento espiritual, libre de este defecto básico. Es un comienzo totalmente nuevo. Nos convertimos en una nueva persona. Jesús dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36). Hay algo del mismo cielo —vivo, activo e imperecedero— que habita en el nuevo creyente.
Para mí, éste es el mayor milagro que nos podríamos imaginar jamás —llegar realmente al hogar de nuestro Padre en los cielos — con todo lo que esto significa en esta vida y en la eternidad.
En realidad, el nuevo creyente ha pasado por un segundo nacimiento. Para mí, éste es el mayor milagro que nos podríamos imaginar jamás —llegar realmente al hogar de nuestro Padre en los cielos — con todo lo que esto significa en esta vida y en la eternidad.
HAGAMOS ESTA ORACION,CONFIRMANDO NUESTRA DECISION DE SEGUIR A CRISTO.
“Jesús, te necesito. Me arrepiento de la vida que he llevado alejado de ti. Te doy gracias por morir por mí en la cruz para pagar por el castigo de mis pecados. Creo que tú eres el Hijo de Dios, y ahora te recibo como mi Salvador y Señor. Consagro mi vida a seguirte.”
Bendiciones y paz amados hermanos
Ps.Gonalo y Carmen de Jimenez.
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