sábado, 7 de febrero de 2015

MUJERES DEBORAS, MUJERES GUERRERAS DEL SEÑOR, SON MQV

Guerrera de Dios es tiempo de que tomes el lugar que te corresponde como princesa de Dios que eres. Basta ya de andar deprimida, basta ya de andar cabizbaja, basta ya de andar desanimada, basta ya de andar amedrentada, desmoralizada y desalentada. Mujer Jesús cuida de los suyos, Jesús ha cuidado de ti desde mucho antes que llegaras al mundo mucho antes de que los padres de tus padres nacieran. Dosmil años atrás Jesús intercedió al padre por nosotras; hace dos mil años atrás Jesús pidió al Padre protección por nosotras. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre el no hará quedar mal a su Hijo. Es tiempo de que te levantes segura de ti misma en la obra de Dios…Jesús ya intercedió por ti. Ahora te toca honrarlo a él levantándote y llevar su palabra al necesitado…es tiempo de que ayudes a otras también a levantarse.
“Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Más no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.” Juan 17:1, 7-10, 12-13, 15-17, 20-24
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