SAL NUEVA
“La
sal es buena, pero si deja de ser salada, ¿cómo le pueden volver a dar sabor?
Que no falte la sal entre ustedes, para que puedan vivir en paz unos con
otros.”
Marcos 9:50
(Nueva Versión Internacional).
La sal en lo natural deja de ser salada cuando
es contaminada por una sustancia ajena. Y esta ya no puede ser usada para su
propósito, dar sabor, teniendo que ser desechada.
En las Escrituras se hace referencia a los
creyentes como la sal de la tierra (Mateo 5:13), aquello que le da sabor a la
humanidad ante los ojos de Dios. La sal es la salvación de Jesucristo
manifestada. Es el Espíritu Santo haciendo Su obra. Pero, también es la pasión
y el amor con el que los creyentes
hacemos las cosas. Cuando el corazón de un creyente arde por
Dios y el favor que ha recibido en la salvación de Jesús, éste manifestará la
sal que lleva dentro en todas sus tareas. Haciéndolo todo con amor y pasión y
no como una carga. Verá en el mundo la oportunidad de alcanzar más almas para
Jesús y no un yugoimpuesto.
Alguien cuya sal tiene sabor dará la milla extra en su
servicio a Dios, viéndolo como un gran privilegio y no como una pesada carga.
Aquel cuya sal da sabor se desprende de lo suyo con tal de bendecir a otros. A
resumidas cuentas, los creyentes cuya sal es salada, ven en todo una bendición.
Pero en el andar como cristiano, las tareas del
ministerio, las responsabilidades familiares y el trabajo puedan hacer que
vivamos afanados. Y esto roba el sabor de la sal que se nos dio. Perdiendo el amor y la pasión.
Dios nos ha dejado en la naturaleza pistas
para revelarnos Su voluntad, y en este caso, así como la sal que es contaminada
en lo natural ya no sirve, la sal
contaminada en nuestros corazones tampoco sirve. Por lo que
la única manera de volver a ser salados es con sal nueva. Si últimamente haces
las cosas con apatía y como una carga, pídele a Dios que ponga sal nueva en ti.
— Solo pídeselo, y recupera tu sabor.
Mantente junto a Dios, y sé
siempre salado.
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