Ponle sal a la ofrenda
“Todas
las ofrendas de cereal las sazonarán con sal, y no dejarán que les falte la sal
del pacto de su Dios. A todas las ofrendas deberán ponerles sal.”
Levítico
2:13 (Nueva Versión Internacional)
¿Por qué era importante ponerle a las
ofrendas sal? -para que ellas se conservaran en buen estado con el paso del
tiempo-. En ese tiempo la sal era un bien valioso pues servía cómo conservador.
Esto es el transfundo histórico. Pero lo que Dios quería decir a Su pueblo es que no se olvidaran de
la sal de su pacto, es decir que recordaran con amor y pasión lo que Dios había hecho por ellos. Siendo Él
quien les había dado todo ellos debían de
reconocerle y no solamente darle ofrendas y servirle porque lo tenían que hacer
sino hacerlo con pasión y un corazón grato a Dios.
La sal es lo que le da sazón a la comida. Lo que convierte un trozo
de carne en algo delicioso, o una comida insípida en un manjar. Dios
se refiere a nosotros cómo la sal del mundo. Somos lo que hace que el mundo
tenga un mejor sabor para Él. Además nos dice en Su palabra que no debemos de
perder nuestro sabor cómo sal (amor, pasión, agradecimiento), pues si le
hiciéramos llevaremos una vida sin sabor (Marcos 9:49-50).
Al igual que el pueblo de Israel en sus ofrendas,
se nos llama a aquellos que hemos nacido de nuevo por Jesús y tenemos el nuevo
pacto de Su sangre a ponerle sal a todo lo que hagamos. Jesús fue la ofrenda
agradable a Dios y a nosotros nos toca la parte de ponerle la sal. Debemos de
vivir apasionados por Jesús que nos ha dado todo. Se nos llama a recordar que
debemos de mantener un corazón que ama para conservarle limpio con el paso del
tiempo. En todo lugar en donde estemos debemos de ser esa sal que anhela el
SEÑOR. Llevando sabor a todo aquel que tiene una vida insípida y hacer que
todos nuestros seres cercanos pueda saborear el
amor de
Jesús en nosotros.
No hagas las cosas solo por hacerlas, ponle
más sal a tu vida. Haz que todo lo que hagas sea un sacrificio agradable al
SEÑOR, poniéndole pasión. Jamás olvides que todo cuanto hoy tienes le has
recibido de Dios. Dale la honra y honor que Él
merece. El mundo necesita mucha sal, sé alguien que les comparta del sabor de
Dios.
No vivas insípidamente, ponle sal
a todo lo que hagas.
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