JESUCRISTO TE LIBERTO”
“El
que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Juan
3:18
El preso se encuentra a punto de recibir su
condena, fueron 10 faltas graves lo que le condenó. Intentó encubrir sus
crímenes pero la autoridad lo alcanzó. Y unos días antes de recibir la pena
de muerte,
él es liberado. Otro hombre decidió recibir su castigo a cambio de la libertad del primero. El primer
hombre fue puesto en libertad, sus registros fueron borrados y no pagó
absolutamente nada, a este le llamaremos “el Liberto”. Por el contrario el otro
hombre murió por la culpa del otro, a éste le llamaremos “el Sustituto”.
Si bien es cierto que esta ilustración
difícilmente ocurra en la realidad, en el plano espiritual si ocurre. Todo
aquel que crea en Jesús y lo haga su Señor, será sacado de su prisión y no será
condenado. Jesús ofrece tomar el castigo y consecuencias de una vida
desordenada, para así dejar en libertad una nueva persona que es
justa ante los ojos de Dios. Pues sin Jesús en nuestros corazones estamos
condenados.
En la Cruz del Calvario, Jesús ofreció tomar el castigo y pagar las consecuencias
del pecado de toda la humanidad, y así dejar en libertad de cualquier yugo, cadena o
atadura a todo aquel que le tome a Él por “Sustituto”. Jesús, en la Cruz
recibió el castigo que el mundo merecía, para
así darnos lo que no merecíamos.
Si actualmente estás viviendo las consecuencias de una
vida desordenada y quieres ser libre, acepta el sacrificio de Jesús y Él te
pondrá en libertad para darte lo mejor.
Jesús ya pagó el precio, solo créelo y sé
también tú un “Liberto”, cree en Él y no serás condenado por tus acciones, sino recibirás lo que
jamás podrás pagar: vida eterna.
Si hoy tú quieres ser un liberto, haz conmigo esta
oración:
“Señor Jesús, este día acepto tu sacrificio en mi lugar,
perdona mis pecados, entra en mi corazón y sé el Señor de mi vida. Reconozco
que Tú eres el Hijo de Dios, que resucitaste de los muertos y que pagaste por
mis pecados. Lávame con tu sangre preciosa y envía al Espíritu Santo para que
me llene de tu poder y me ayude a hacer tu perfecta voluntad. Oro esto en el nombre de Cristo Jesús, Amen.”
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