El Padre celestial decidió que la llave para librar esta catástrofe sería un sacrificio perfecto y luego el perdón. Antes del fundamento del mundo el perdón era parte del paquete de redención. Ahora, no se equivoque; no hay perdón ni remisión de pecados fuera de la sangre de Jesús. La salvación es y siempre será un regalo de la gracia de Dios. Pero este regalo que se nos ha dado es que Él nos ha perdonado.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9).
Recordemos que la fe mueve a Dios, pero el perdón desata su poder. No hay poder en el perdón. Hay poder en la sangre. Hay poder en su Palabra. Hay verdadero poder en su nombre.
Si está teniendo un mal día y nada pareciera salirle bien, deténgase y pregúntese, “¿Soy salvo?”. Si su respuesta es sí, entonces regocíjese y grite: “¡No me estoy yendo al infierno!”. Eso debería cambiar completamente su perspectiva de la vida. No debemos olvidarnos de lo que el Señor hizo por nosotros, ni olvidarnos dónde estábamos y hacia dónde vamos y cómo fuimos librados. Recibimos el perdón. Es como una semilla que fue plantada en nuestros corazones. Debemos ser buenos mayordomos del perdón que Él nos ha dado. Usted lo recibió, ahora delo. No me haga oír que no tiene nada de perdón para dar. En referencia al perdón, Mateo dice:
Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia (Mateo 10:7-8).
El Antiguo Pacto enseñaba: “Amen a sus prójimos y odien a sus enemigos”. Jesús introdujo una nueva enseñanza acerca de amar a todos sin importar raza, religión, nivel social, etcétera.
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos... Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto (Mateo 5:44-45, 48).
En contexto, “ser perfectos” significa simplemente amar y perdonar y hacer el bien a todos. Sea perfecto en el amor y el perdón.
En el versículo 44 vemos que si uno logra esto entonces una puerta se abre ampliamente para que se le llame uno de los hijos de su Padre en los cielos. El perdón protege de muchas maneras:
- Protege de enfermedades y dolencias
- Protege de tormentos, locuras y fobias
- Repele al infierno, a la segunda muerte
Nunca olvidaré veintiséis años atrás cuando el Señor me perdonó y las ataduras del pecado y de la muerte que me tenían cautivo fueron soltadas por la llave de su perdón que desata su poder. El temor, el alcoholismo y las adicciones a los cigarrillos, al sexo y a las drogas fueron quitados de mí y esas puertas fueron cerradas. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios!
Desde entonces he visto a miles de personas liberadas del pecado, de la depresión y la demencia, de adicciones y de ataduras de todo tipo.
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos(Mateo 16:19).
Cuando Jesús le dijo a Pedro que le entregaba las llaves del Reino vemos que Jesús les dice a sus discípulos que una de las llaves del Reino de los cielos era la revelación de que Él era el Cristo.
Otra llave se encuentra en Juan 20:23: “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos”. Creer en la revelación del sacrificio perfecto y en el Único que puede perdonar y luego recibir el poder para perdonar a la gente son las llaves que abren los cielos y cierran el infierno. El perdón comienza a desatar el poder sobrenatural del cielo por medio de nosotros cuando invocamos su nombre. Este poder se revela de muchas maneras, pero Él escoge cómo. Tal vez se presente como salvación para nuestros pecados. Puede venir como sanidad para nuestras emociones heridas o nuestro cuerpo quebrantado. Puede traer paz a una mente atormentada. Sin embargo, su poder se desata de los cielos cuando Él o nosotros decidimos perdonar. Una verdadera manifestación del carácter de Dios es desatada en nosotros cuando damos y cuando perdonamos. Esta no es la naturaleza del hombre caído. Nosotros queremos vengarnos, queremos desquitarnos. Queremos faltarle el respeto a aquellos que nos lo faltaron a nosotros.
El amor humano es condicional. Haz lo que queremos y entonces te amaremos y tendremos comunión contigo. El amor de Dios es sobrenatural; Su amor es incondicional. Él nos ama a pesar de todo. Hay condiciones y principios en este Reino, pero su amor es incondicional. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Él nos amó y estuvo dispuesto a perdonarnos aun cuando estábamos en la maldad. Leer u oír esto es una cosa. Pero comenzar a caminar en esto es verdaderamente tomar su cruz y seguirle. Así es, esto significa un sacrificio diario y llevar nuestros pensamientos cautivos, dependiendo de qué tan fuerte nuestro hábito de falta de perdón haya crecido. ¿Qué tanto y por cuánto tiempo se ha ido fuera de control en su vida? Solo Dios y usted conocen la respuesta. Su voluntad es que usted sea librado de esta atadura. Pídale su ayuda, arrepiéntase y vea cómo su poder se desata en su vida.
Amar y perdonar son manifestaciones del Espíritu de Cristo. Odiar y guardar rencor son manifestaciones del espíritu del anticristo. Hay un Espíritu de verdad y un espíritu del mundo que guiarán su vida. Escoja hoy mismo a cuál servirá. No podemos obtener solamente el perdón de pecados. También necesitamos recibir las enseñanzas e instrucciones de Cristo.
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