“… Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!...” Marcos 10:46-52
He aquí un hombre de “situación de calle” como lo llamamos socialmente. Sobre Bartimeo podemos decir que pese a ser ciego, no era sordo, pues, sólo al oír que era Jesús quien pasaba por allí comenzó a gritarle. No le preguntó a nadie quién era el que pasaba por el lugar. Por tanto, la deducción es que en más de alguna ocasión escuchó hablar de él. Estar junto al camino, a mi modo de ver, signi fica
mostrarse, no esconder su condición de mendigo -inhabilitado para trabajar y valerse por sí solo- .Además, no estaba solo, Mateo habla de dos ciegos, ambos recibieron la bendición. No hay contradicción, recuerdo cuando eran bebés las mellizas de mi hermano menor, ambas comenzaron a quejarse y llorar por su mamadera, pero una gritaba más que la otra (v.48 “clamaba mucho más”). Y fue la primera en ser tomada en brazos, pero ambas recibieron su biberón. Posiblemente, Marcos y Lucas se enfocaron en el que más gritaba, haciendo valer con mayor insistencia su necesidad al grado que quedó registrado su nombre y no el del otro ciego.
Al pasar por algunas calles principales de la ciudad, uno puede ver gente ciega, rodeada o con alguien, y cosas para vender. Este hombre tenía solo una cosa, la capa con la cual se cubría, probablemente, en las noches. Me enfoco en la actitud de este necesitado y no en la egoísta, y equivocada, actitud de los discípulos. Fue tanto su impacto de saber y sentir que Jesús tenía interés en él, que dejó “TODO” lo que tenía. Su fe fue tan grande que supo que al ir a Jesús recibiría más de lo poco que tenía. Su vida entera sería transformada, vería más allá de su necesidad física.
Hoy, no solo en las calles, la visión de muchos es nula, o muy corta. Somos llamados a llevarles la luz de Cristo, la Palabra de Salvación.
El Señor puede, cada mañana, guiarnos por las calles hacia las personas que ya están preparadas para recibirles, que andan buscando dónde depositar su fe. Pero estamos tan inmersos en nuestras cosas, tenemos tan poco tiempo, hermanos, andamos siempre apurados; el tiempo se nos hace tan corto que no lo tenemos ni siquiera para orar antes de salir. Si decimos que Él tiene el control, entonces
también puede guiarnos, con su Santo Espíritu, hacia una persona a quien podamos llevar a Cristo.
Oración: Señor, oramos por todos aquellos que viven en la calle; que sus ojos sean abiertos y que encuentren en ti esperanza y salvación para sus vidas. Transfórmales SENOR
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