Mi hermano mayor un avezado pescador artesanal salió aún siendo oscuro a recoger las redes, sin embargo, le ocurrió lo mismo que a los discípulos a quienes: “se levantó una gran tempestad que echaba las olas en la barca, de tal manera que se anegaba”, (v.37). Mi hermano cayó al mar y jamás su cuerpo apareció.
En un principio también reaccionamos como los discípulos: ¿“No tuviste cuidado que nuestro hermano pereciera?”.
La viuda quedó con cuatro niños pequeños que hacía aún menos comprensible tal desgracia. ¿Cómo se criarían? Sin embargo, con los años hemos visto a Jesucristo levantarse y reprender los mares y vientos contrarios de mi cuñada y sus hijos. Mi hermano mayor que tenía un amor entrañable hacia su madre, hoy ha sido reemplazado por el amor y cuidado especial, como verdaderos hijos, de estos queridos nietos.
Jesús se ha encargado de calmar nuestras aguas, disipar nuestros temores y fortalecer nuestra fe. Jesús tiene un amor especial por los pescadores y puede hacer de ellos, como sus discípulos, verdaderos pescadores de hombres. ¡Qué maravilloso!
En cuanto a su labor, valore su trabajo. Nosotros en términos generales, cuando compramos siempre andamos regateando, pero debemos considerar que traer ese pez a tierra requirió de un gran esfuerzo y sacri ficio, incluso, como mi hermano, hasta poner en riesgo su propia vida.
Oremos mis amados por esas personas que caen en desesperacion, cuando estan al frente de una desgracia, oremos por nuestros hombres del mar que trabajan con gran sacri ficio para poder obtener su sustento. Oremos por el consuelo de las familias que han perdido a un ser querido en el desarrollo de tan noble labor ,que Nuestro Senor Jesucristo les de paz a sus vidas, los llene de su Santo Espiritu y que puedan . levantarse como guerreros y guerreras del Dios Altisimo, porque quien pelea nuestras batallas es El. Los bendecimos amados hnos. y hnas.
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