Valorar los talentos que Dios nos da. Mateo 25,14-30
Talento que da Dios; talento que hay que poner a trabajar. El hombre de esta parábola felicitó al que había ganado cinco talentos, y al que había ganado dos talentos; les dio exactamente, la misma felicitación “Muy bien, empleado fiel y cumplidor, has sido fiel en lo poco, tendrás un cargo importante, pasa al banquete de tu Señor” (Mateo 25,23)
Esta fórmula de felicitación fue la misma; uno había ganado dos talentos, y otro había ganado cinco; pero la felicitación fue la misma, ¿Por qué? porque lo que Dios mira, no es si fueron dos, o si fueron cinco; sino, que el que tenía cinco, ganó otros cinco, o sea duplicó; aprovechó todo lo suyo, aprovechó todo lo que tenía; y el que tenía dos, ganó otros dos, aprovechó todo lo que tenía. Mientras tanto, el que había recibido un solo talento, eso es como si no hubiera recibido nada dígase que ese hombre que recibió un solo talento, lo enterró en la tierra, lo metió en la tierra, ¿Y cuál era su propósito? sacarlo de la tierra y devolvérselo al señor ¿Qué sacó? ¡Nada!
Ese es el ejemplo de una vida vacía, de una vida estéril, de una vida sin sentido; ¿Qué saqué yo de la vida? Nada. Hay muchas personas que están viviendo así; es decir, la vida me dio, por ejemplo, dinero; pero, ¿el dinero me lo voy a llevar después de que me muera? parece que no. El que pone su esperanza sólo en el dinero ¿qué le pasa? que cuando se va de esta tierra le toca devolver su talento; lo único que hizo fue dinero, y ese dinero, esa fortuna ¿para quién va a ser? será para los herederos, será para las peleas de los juicios de sucesión, que para eso existen los abogados, será para lo que sea; pero a ese hombre no le va a aprovechar;
1. Primera enseñanza: A Dios no le importa la cantidad de mi trabajo; sino la calidad de mi trabajo. El que había ganado cinco talentos recibió la misma felicitación, que, el que había ganado dos talentos; luego a Dios no le importa el número de talentos.
Mire, Él es el dueño del universo; o sea, Él no está necesitando que nosotros le demos, ni unos centavitos, ni unos talentos, ni unos millones, ni nada; Él no necesita nada de nosotros; a Él no le interesa la cantidad; sino la calidad de nuestro trabajo, y ¿cuál es la calidad que Él quiere de nosotros? es muy sencillo: ¡Todo! Así de sencillito; de cinco talentos que tienes; te consigas otros cinco, y si fueron veinte que consigas otros veinte; ¿qué significa eso? Significa: ¡Todo! Todo tu ser. Esa es la calidad, que Él quiere. Entonces, las personas que dan grandes donaciones a las obras de caridad; y dicen, bueno, yo he tenido un año muy bueno; he tenido ingresos por mil trescientos millones de pesos; entonces, yo puedo dar perfectamente, una donación de un millón y medio. Un millón y medio es una donación que, seguramente, ninguno de nosotros podría dar. Nuestras capacidades no dan hasta allá, y nosotros diríamos ¡Guau! Puede dar un millón, y medio. ¡huuy! tiene mucho dinero; pero Dios no mira eso; a Dios le interesa la cantidad; sino la calidad, y la calidad que Dios quiere es ¡Todo! que todo tu ser esté trabajando para la gloria del reino de Dios. ¡Todo tu ser!
2. Segunda enseñanza. Hay personas que están viviendo, como el hombre que tuvo un solo talento; es decir, están viviendo como para devolver todo lo que la vida les dio. Todo.
Por ejemplo, pensemos en la belleza. La belleza es un talento; decía por ahí un pensador “la belleza es el primer don que la naturaleza le da a las mujeres, y es el primer don que les quita” entonces, si una persona vivió, por ejemplo, para la belleza; dicen: “me voy a dedicar a pesar treinta kilos; me voy a dedicar a tener el cabello estilizado; me voy a dedicar a tener la piel tersa; me voy a dedicar a…” Y esa va a ser mi vida; entonces el gimnasio, la dieta, el tratamiento, la vanidad, la crema, el menjurje, la untura, el emplasto, ¿no es cierto? “Me voy a dedicar a eso” pero ¿y qué pasa con esa persona? Pues, pasa, que eso pasa... pasa, que eso se acaba. Entonces, hay personas que están viviendo así; dedicadas a ser porcelanas de museo: y dicen “yo voy a ser una porcelana, voy a tener piel de diosa de aquí en adelante, tendré un cutis apropiado como para una diosa”; y eso es tedioso; porque estás tratando de tener piel de diosa pero resulta que un día todo eso se acaba.
Y, entonces, ¿la persona qué estaba haciendo? no estaba haciendo nada: entonces la segunda enseñanza que sacamos; es que, hay que saber en dónde están trabajando nuestros intereses; en dónde están trabajando nuestros talentos. Porque los otros se fueron a trabajar mientras que este, a la tierra; hay personas que sólo miran tierra; es decir, que sólo miran para este mundo, para esta tierra, y por eso, se entierran; porque sólo piensan en las cosas de esta tierra; el que sólo piensa en las cosas de esta tierra, tiene su talento enterrado, y cuando llegue Dios a pedir cuentas; lo único que va a encontrar es, que, lo que Dios le dio, lo perdió; porque en realidad de ahí no sacó ninguna ganancia, esta es una segunda enseñanza que quería compartir con ustedes.
3. Tercera enseñanza. Vamos a sacar todavía otra enseñanza; muchos de nosotros no conocemos los talentos que tenemos; una de las señales de que una persona no se quiere es que uno se vuelve violento, se vuelve agresivo, se vuelve altanero; las personas que no se quieren así mismas, obran así; de pronto, alguno dirá ¿cómo así? yo no entiendo ¿por qué esa es una de las maneras de no quererse? Pero póngale cuidado; y verá que eso es así, cuando una persona siente que no vale nada, trata de imponerse; es decir, trata de hacerse sentir, porque siente que no vale nada. La agresividad que muchos de nosotros tenemos en nuestras familias; o que tenemos ante la sociedad; o que tenemos en el colegio; o en la universidad; esa agresividad se muestra a veces con las palabras.
Hay personas que van a hablar; pero primero, deberían sacarse un sapo que tienen ahí, de los últimos insultos, majaderías y porquerías que dijeron; hay gente que vive con lagartijas, cucarachas, etc. en su boca… Hay mujeres que consideran que es muy inn y muy interesante ser groseras; entonces abren su boca de alcantarilla apestosa, y sacan todo género de lagartijas y porquerías; y ya sienten que son las mujeres libres, podrán pensar: “¿han visto cómo yo soy libre hablando de lo que me venga en gana y como se me antoje?” Les podríamos decir: “Sí mijita; pero hable para otro lado, porque está que apesta, se le pudrió alguno de sus sapos. Mijita voltéese para allá porque eso está que apesta”; entonces dese cuenta usted, mi querida amigay amigo; toda esa agresividad que acumulamos en las palabras, es porque seguro, hay una falta de amor a si mismo.
Miren, pasan cosas simpáticas; por ejemplo, hay gente que para sentirse fuerte, necesita estar en un grupo, en medio de una “bola” de gente; esas son las famosas pandillas ¿y en qué consiste una pandilla? Pues en que cada uno de los pandilleros es un cobarde, por eso tienen que juntarse; diez, doce, “¡ah! ¡Somos los duros! nos llamamos los duros, sí; ¡Sí, somos los duros!”
Entonces, usted coge a cualquiera de la pandilla, juntos; se sienten fuertes; y retan a cualquiera: “oiga ¿Qué se cree usted? ¿Quién es usted? ¿Qué me ve?” Detrás de esas personas que parecen tan duras, casi siempre, lo que hay es miedo, vacío, soledad, falta de familia, miedo al silencio.
Me comentaba una amiga: “yo llego al apartamento, y lo primero que hago, es poner un ruido”; ¿a qué llama, ella poner un ruido? poner una grabadora, poner el equipo, poner un CD, encender el televisor, lo que sea; y le preguntaba yo “¿y por qué eso? ¿Le pones cuidado a los programas de la televisión, de la radio?” Decía: “no; realmente, no; es tener un ruido de fondo solamente”
Le tenemos miedo al silencio; le tenemos miedo a encontrarnos con nosotros mismos; no nos queremos; es muy curiosa la contradicción que vive la juventud contemporánea; nos consentimos... aparentemente nos consentimos; especialmente, en comodidades, en manjares, en ropa, en esas cosas; en la medida de nuestras posibilidades nos consentimos, y nos mimamos.
Pero, en el fondo son vidas que están vacías de verdadero amor; o sea que, fíjate lo que estamos diciendo, la mayor parte de la juventud, me atrevo, a decir se consciente así misma; pero no se ama ¿Cuál es la señal de la persona que tiene verdadero y recto amor así misma? Es una persona que está en PAZ.
Usted se imagina, por ejemplo, el caso de una pareja de enamorados donde resulta que el varón va a visitar a la pareja, llega a casa de ella, entra; apenas, ha dado un paso dentro de la casa; Ella le dice: “espérate que le voy a subir el volumen al equipo”; “no, pero es que yo quiero que hablemos”; “espera que va a empezar el programa de televisión, perdón un momento, que me voy a acomodar aquí, el walkman”; El, evidentemente, le diría; “bueno, ¿Es que, yo no te importo?” “¡Ay! después hablamos de eso”
Así nos pasa a nosotros; estar en silencio significa, encontrarse uno con uno mismo, y como uno, no es amigo de uno mismo; y como uno tiene miedo de encontrarse con uno mismo, por eso vive con ruidos externos. Entonces, uno está mirando ese modelo de hombre de nuestros días; hombres fuertes, audaces; ante los cuales, todas se derriten; y entonces el hombre común, el hombrecito este se pone a mirarse, y dice: “en primer lugar, estoy un poquito panzoncito; en segundo lugar, ninguno de mis ídolos ha tenido todos los barros que yo tengo; en tercer lugar se me está cayendo el pelo; no tengo músculos, sudo mucho, soy feo, no sé bailar; para decir algo tengo que ir a la cocina”; ...el muchacho no se quiere; el muchacho en esas circunstancias ¿cómo se va a querer? ¿Por qué? porque el está mirando ese ídolo. Y, él dice: “no pues me falta demasiado, me falta mucho”, y si esto decimos de los hombres; analice cuánto sucede también para las mujeres.
Hubo una joven; estas historias son reales, no historias secretas, sino historias reales; una muchacha escribía en su diario; ella me compartió una partecita de su diario, y esa muchacha escribía en su diario sus pequeñas congojas, sus problemas, sus angustias, sus soledades; escribía poesía, pensamientos, autógrafos, en fin todas estas cosas; y entonces ella, por allá en una determinada fecha, escribía: “siento que tengo un grave problema, algo que impide que mi vida afectiva se organice” yo que estaba leyendo eso; (porque ella me había permitido), pensé para mis adentros: “¿Quién sabe que dificultad ha tenido esta pobre niña, seguramente, problemas de familia? ¿Quién sabe, el papá o la mamá? ¿Quizás son separados? ¿Quién sabe que podrá estar sucediendo?”
Ella seguía escribiendo allá en su diario, con una hermosa letra; porque eso si, tenía una letra preciosa; “sí, tengo un grave problema, y yo creo, que aquí, ya nadie me podrá querer, la verdad es que me siento muy distinta, me siento muy sola” en fin, pensaba una cantidad de cosas; y, yo, a esas alturas; porque como es una novelita completa, la del diario, yo seguía leyendo; y entonces, ella dice “pero, a partir de mañana, voy a empezar a solucionar mi problema; a partir de mañana, pondré toda mi fuerza de voluntad; y mi problema se podrá arreglar; voy a endurecer el abdomen”
Todo ese drama tan espantoso, porque ella se sentía acomplejada ¿por qué? porque estaba “aguada”, ese era todo su problema; y como todo su valor, toda su autoestima, todo su ser estaba en no tener un cuerpo aguado; ella sentía que por esa circunstancia, ya nadie la podía querer, “Ya nadie me puede aceptar, estoy aguada, ¿qué voy hacer? Bueno, pero si hay algo que puedo hacer, a partir de mañana, endurecer el abdomen”
Nosotros no nos queremos; y la razón por la que no nos queremos, es porque creemos que tenemos que parecernos a tal modelo, a tal cantante, a tal artista hombre, o mujer; y si no soy así, nadie me va a querer, nadie me va a aceptar; este es nuestro grave problema; y ¿Qué pasa con eso? que no descubrimos nuestros talentos; nosotros tenemos talentos, pero la condición para descubrirlos, la condición para abrirles la puerta a esos dones de Dios, ¿Es cuál?
La condición es que nosotros empecemos por reconocer que así nos ama Dios; que Dios no necesita que te parezcas a ninguna super, ultra, mega modelo; porque si no eres así, y si no tienes mirada matadora, si no tienes una vida revesada; entonces nadie te va a querer; Dios no obra así; Dios es bueno; Dios te ama así, como tú eres.
Eso no significa que Dios no vaya a transformarte; pero Dios empieza por aceptarte, y por eso, lo que nosotros debemos hacer ahora es, hacer una oración para aprender a aceptarnos, para aprender a querernos, y poder decirle a Dios “Señor tu me amas, tu me aceptas a mi”
Y, mientras yo esté pensando que la condición para ser hombre, o para ser mujer; que la única condición para ser hombre o ser mujer es que yo me parezca a tal o cual persona; yo tengo cerrada las puertas de los talentos. Pero este es el dolor, y estas son las lágrimas, y estos son los dolores de muchísimas muchachas, y de muchísimas niñas, este es el dolor, y no solo de las cosas físicas, sino de las cosas de familia, y de las cosas intelectuales.
Hay personas que nos sentimos de pronto acomplejadas, “¡ay! yo soy un bruto, yo siempre la embarro, siempre que llega el examen la embarro, no salgo con nada; y yo he decepcionado mucho a mi mamá, yo tengo muy desinflada a la gente, y todo el mundo me trata mal, y yo no valgo nada”
¿Así, van a florecer los talentos de Dios? Así, no, hermano; así, no, hermana; entonces vamos hacer oración, a pedirle a Dios que nos conceda aceptarnos, que nos conceda amarnos; pero no amarnos con ese amor propio que excluye a otras personas, y que las humilla, sino amarnos como Dios nos ama; es decir, para realmente florecer en Él, para dejar de castigarnos, y así tendremos las puertas abiertas a los talentos que Dios nos regala, y así podremos también poner a trabajar todos esos talentos para su Gloria para su honra para su honor.
Talento que da Dios; talento que hay que poner a trabajar. El hombre de esta parábola felicitó al que había ganado cinco talentos, y al que había ganado dos talentos; les dio exactamente, la misma felicitación “Muy bien, empleado fiel y cumplidor, has sido fiel en lo poco, tendrás un cargo importante, pasa al banquete de tu Señor” (Mateo 25,23)
Esta fórmula de felicitación fue la misma; uno había ganado dos talentos, y otro había ganado cinco; pero la felicitación fue la misma, ¿Por qué? porque lo que Dios mira, no es si fueron dos, o si fueron cinco; sino, que el que tenía cinco, ganó otros cinco, o sea duplicó; aprovechó todo lo suyo, aprovechó todo lo que tenía; y el que tenía dos, ganó otros dos, aprovechó todo lo que tenía. Mientras tanto, el que había recibido un solo talento, eso es como si no hubiera recibido nada dígase que ese hombre que recibió un solo talento, lo enterró en la tierra, lo metió en la tierra, ¿Y cuál era su propósito? sacarlo de la tierra y devolvérselo al señor ¿Qué sacó? ¡Nada!
Ese es el ejemplo de una vida vacía, de una vida estéril, de una vida sin sentido; ¿Qué saqué yo de la vida? Nada. Hay muchas personas que están viviendo así; es decir, la vida me dio, por ejemplo, dinero; pero, ¿el dinero me lo voy a llevar después de que me muera? parece que no. El que pone su esperanza sólo en el dinero ¿qué le pasa? que cuando se va de esta tierra le toca devolver su talento; lo único que hizo fue dinero, y ese dinero, esa fortuna ¿para quién va a ser? será para los herederos, será para las peleas de los juicios de sucesión, que para eso existen los abogados, será para lo que sea; pero a ese hombre no le va a aprovechar;
1. Primera enseñanza: A Dios no le importa la cantidad de mi trabajo; sino la calidad de mi trabajo. El que había ganado cinco talentos recibió la misma felicitación, que, el que había ganado dos talentos; luego a Dios no le importa el número de talentos.
Mire, Él es el dueño del universo; o sea, Él no está necesitando que nosotros le demos, ni unos centavitos, ni unos talentos, ni unos millones, ni nada; Él no necesita nada de nosotros; a Él no le interesa la cantidad; sino la calidad de nuestro trabajo, y ¿cuál es la calidad que Él quiere de nosotros? es muy sencillo: ¡Todo! Así de sencillito; de cinco talentos que tienes; te consigas otros cinco, y si fueron veinte que consigas otros veinte; ¿qué significa eso? Significa: ¡Todo! Todo tu ser. Esa es la calidad, que Él quiere. Entonces, las personas que dan grandes donaciones a las obras de caridad; y dicen, bueno, yo he tenido un año muy bueno; he tenido ingresos por mil trescientos millones de pesos; entonces, yo puedo dar perfectamente, una donación de un millón y medio. Un millón y medio es una donación que, seguramente, ninguno de nosotros podría dar. Nuestras capacidades no dan hasta allá, y nosotros diríamos ¡Guau! Puede dar un millón, y medio. ¡huuy! tiene mucho dinero; pero Dios no mira eso; a Dios le interesa la cantidad; sino la calidad, y la calidad que Dios quiere es ¡Todo! que todo tu ser esté trabajando para la gloria del reino de Dios. ¡Todo tu ser!
2. Segunda enseñanza. Hay personas que están viviendo, como el hombre que tuvo un solo talento; es decir, están viviendo como para devolver todo lo que la vida les dio. Todo.
Por ejemplo, pensemos en la belleza. La belleza es un talento; decía por ahí un pensador “la belleza es el primer don que la naturaleza le da a las mujeres, y es el primer don que les quita” entonces, si una persona vivió, por ejemplo, para la belleza; dicen: “me voy a dedicar a pesar treinta kilos; me voy a dedicar a tener el cabello estilizado; me voy a dedicar a tener la piel tersa; me voy a dedicar a…” Y esa va a ser mi vida; entonces el gimnasio, la dieta, el tratamiento, la vanidad, la crema, el menjurje, la untura, el emplasto, ¿no es cierto? “Me voy a dedicar a eso” pero ¿y qué pasa con esa persona? Pues, pasa, que eso pasa... pasa, que eso se acaba. Entonces, hay personas que están viviendo así; dedicadas a ser porcelanas de museo: y dicen “yo voy a ser una porcelana, voy a tener piel de diosa de aquí en adelante, tendré un cutis apropiado como para una diosa”; y eso es tedioso; porque estás tratando de tener piel de diosa pero resulta que un día todo eso se acaba.
Y, entonces, ¿la persona qué estaba haciendo? no estaba haciendo nada: entonces la segunda enseñanza que sacamos; es que, hay que saber en dónde están trabajando nuestros intereses; en dónde están trabajando nuestros talentos. Porque los otros se fueron a trabajar mientras que este, a la tierra; hay personas que sólo miran tierra; es decir, que sólo miran para este mundo, para esta tierra, y por eso, se entierran; porque sólo piensan en las cosas de esta tierra; el que sólo piensa en las cosas de esta tierra, tiene su talento enterrado, y cuando llegue Dios a pedir cuentas; lo único que va a encontrar es, que, lo que Dios le dio, lo perdió; porque en realidad de ahí no sacó ninguna ganancia, esta es una segunda enseñanza que quería compartir con ustedes.
3. Tercera enseñanza. Vamos a sacar todavía otra enseñanza; muchos de nosotros no conocemos los talentos que tenemos; una de las señales de que una persona no se quiere es que uno se vuelve violento, se vuelve agresivo, se vuelve altanero; las personas que no se quieren así mismas, obran así; de pronto, alguno dirá ¿cómo así? yo no entiendo ¿por qué esa es una de las maneras de no quererse? Pero póngale cuidado; y verá que eso es así, cuando una persona siente que no vale nada, trata de imponerse; es decir, trata de hacerse sentir, porque siente que no vale nada. La agresividad que muchos de nosotros tenemos en nuestras familias; o que tenemos ante la sociedad; o que tenemos en el colegio; o en la universidad; esa agresividad se muestra a veces con las palabras.
Hay personas que van a hablar; pero primero, deberían sacarse un sapo que tienen ahí, de los últimos insultos, majaderías y porquerías que dijeron; hay gente que vive con lagartijas, cucarachas, etc. en su boca… Hay mujeres que consideran que es muy inn y muy interesante ser groseras; entonces abren su boca de alcantarilla apestosa, y sacan todo género de lagartijas y porquerías; y ya sienten que son las mujeres libres, podrán pensar: “¿han visto cómo yo soy libre hablando de lo que me venga en gana y como se me antoje?” Les podríamos decir: “Sí mijita; pero hable para otro lado, porque está que apesta, se le pudrió alguno de sus sapos. Mijita voltéese para allá porque eso está que apesta”; entonces dese cuenta usted, mi querida amigay amigo; toda esa agresividad que acumulamos en las palabras, es porque seguro, hay una falta de amor a si mismo.
Miren, pasan cosas simpáticas; por ejemplo, hay gente que para sentirse fuerte, necesita estar en un grupo, en medio de una “bola” de gente; esas son las famosas pandillas ¿y en qué consiste una pandilla? Pues en que cada uno de los pandilleros es un cobarde, por eso tienen que juntarse; diez, doce, “¡ah! ¡Somos los duros! nos llamamos los duros, sí; ¡Sí, somos los duros!”
Entonces, usted coge a cualquiera de la pandilla, juntos; se sienten fuertes; y retan a cualquiera: “oiga ¿Qué se cree usted? ¿Quién es usted? ¿Qué me ve?” Detrás de esas personas que parecen tan duras, casi siempre, lo que hay es miedo, vacío, soledad, falta de familia, miedo al silencio.
Me comentaba una amiga: “yo llego al apartamento, y lo primero que hago, es poner un ruido”; ¿a qué llama, ella poner un ruido? poner una grabadora, poner el equipo, poner un CD, encender el televisor, lo que sea; y le preguntaba yo “¿y por qué eso? ¿Le pones cuidado a los programas de la televisión, de la radio?” Decía: “no; realmente, no; es tener un ruido de fondo solamente”
Le tenemos miedo al silencio; le tenemos miedo a encontrarnos con nosotros mismos; no nos queremos; es muy curiosa la contradicción que vive la juventud contemporánea; nos consentimos... aparentemente nos consentimos; especialmente, en comodidades, en manjares, en ropa, en esas cosas; en la medida de nuestras posibilidades nos consentimos, y nos mimamos.
Pero, en el fondo son vidas que están vacías de verdadero amor; o sea que, fíjate lo que estamos diciendo, la mayor parte de la juventud, me atrevo, a decir se consciente así misma; pero no se ama ¿Cuál es la señal de la persona que tiene verdadero y recto amor así misma? Es una persona que está en PAZ.
Usted se imagina, por ejemplo, el caso de una pareja de enamorados donde resulta que el varón va a visitar a la pareja, llega a casa de ella, entra; apenas, ha dado un paso dentro de la casa; Ella le dice: “espérate que le voy a subir el volumen al equipo”; “no, pero es que yo quiero que hablemos”; “espera que va a empezar el programa de televisión, perdón un momento, que me voy a acomodar aquí, el walkman”; El, evidentemente, le diría; “bueno, ¿Es que, yo no te importo?” “¡Ay! después hablamos de eso”
Así nos pasa a nosotros; estar en silencio significa, encontrarse uno con uno mismo, y como uno, no es amigo de uno mismo; y como uno tiene miedo de encontrarse con uno mismo, por eso vive con ruidos externos. Entonces, uno está mirando ese modelo de hombre de nuestros días; hombres fuertes, audaces; ante los cuales, todas se derriten; y entonces el hombre común, el hombrecito este se pone a mirarse, y dice: “en primer lugar, estoy un poquito panzoncito; en segundo lugar, ninguno de mis ídolos ha tenido todos los barros que yo tengo; en tercer lugar se me está cayendo el pelo; no tengo músculos, sudo mucho, soy feo, no sé bailar; para decir algo tengo que ir a la cocina”; ...el muchacho no se quiere; el muchacho en esas circunstancias ¿cómo se va a querer? ¿Por qué? porque el está mirando ese ídolo. Y, él dice: “no pues me falta demasiado, me falta mucho”, y si esto decimos de los hombres; analice cuánto sucede también para las mujeres.
Hubo una joven; estas historias son reales, no historias secretas, sino historias reales; una muchacha escribía en su diario; ella me compartió una partecita de su diario, y esa muchacha escribía en su diario sus pequeñas congojas, sus problemas, sus angustias, sus soledades; escribía poesía, pensamientos, autógrafos, en fin todas estas cosas; y entonces ella, por allá en una determinada fecha, escribía: “siento que tengo un grave problema, algo que impide que mi vida afectiva se organice” yo que estaba leyendo eso; (porque ella me había permitido), pensé para mis adentros: “¿Quién sabe que dificultad ha tenido esta pobre niña, seguramente, problemas de familia? ¿Quién sabe, el papá o la mamá? ¿Quizás son separados? ¿Quién sabe que podrá estar sucediendo?”
Ella seguía escribiendo allá en su diario, con una hermosa letra; porque eso si, tenía una letra preciosa; “sí, tengo un grave problema, y yo creo, que aquí, ya nadie me podrá querer, la verdad es que me siento muy distinta, me siento muy sola” en fin, pensaba una cantidad de cosas; y, yo, a esas alturas; porque como es una novelita completa, la del diario, yo seguía leyendo; y entonces, ella dice “pero, a partir de mañana, voy a empezar a solucionar mi problema; a partir de mañana, pondré toda mi fuerza de voluntad; y mi problema se podrá arreglar; voy a endurecer el abdomen”
Todo ese drama tan espantoso, porque ella se sentía acomplejada ¿por qué? porque estaba “aguada”, ese era todo su problema; y como todo su valor, toda su autoestima, todo su ser estaba en no tener un cuerpo aguado; ella sentía que por esa circunstancia, ya nadie la podía querer, “Ya nadie me puede aceptar, estoy aguada, ¿qué voy hacer? Bueno, pero si hay algo que puedo hacer, a partir de mañana, endurecer el abdomen”
Nosotros no nos queremos; y la razón por la que no nos queremos, es porque creemos que tenemos que parecernos a tal modelo, a tal cantante, a tal artista hombre, o mujer; y si no soy así, nadie me va a querer, nadie me va a aceptar; este es nuestro grave problema; y ¿Qué pasa con eso? que no descubrimos nuestros talentos; nosotros tenemos talentos, pero la condición para descubrirlos, la condición para abrirles la puerta a esos dones de Dios, ¿Es cuál?
La condición es que nosotros empecemos por reconocer que así nos ama Dios; que Dios no necesita que te parezcas a ninguna super, ultra, mega modelo; porque si no eres así, y si no tienes mirada matadora, si no tienes una vida revesada; entonces nadie te va a querer; Dios no obra así; Dios es bueno; Dios te ama así, como tú eres.
Eso no significa que Dios no vaya a transformarte; pero Dios empieza por aceptarte, y por eso, lo que nosotros debemos hacer ahora es, hacer una oración para aprender a aceptarnos, para aprender a querernos, y poder decirle a Dios “Señor tu me amas, tu me aceptas a mi”
Y, mientras yo esté pensando que la condición para ser hombre, o para ser mujer; que la única condición para ser hombre o ser mujer es que yo me parezca a tal o cual persona; yo tengo cerrada las puertas de los talentos. Pero este es el dolor, y estas son las lágrimas, y estos son los dolores de muchísimas muchachas, y de muchísimas niñas, este es el dolor, y no solo de las cosas físicas, sino de las cosas de familia, y de las cosas intelectuales.
Hay personas que nos sentimos de pronto acomplejadas, “¡ay! yo soy un bruto, yo siempre la embarro, siempre que llega el examen la embarro, no salgo con nada; y yo he decepcionado mucho a mi mamá, yo tengo muy desinflada a la gente, y todo el mundo me trata mal, y yo no valgo nada”
¿Así, van a florecer los talentos de Dios? Así, no, hermano; así, no, hermana; entonces vamos hacer oración, a pedirle a Dios que nos conceda aceptarnos, que nos conceda amarnos; pero no amarnos con ese amor propio que excluye a otras personas, y que las humilla, sino amarnos como Dios nos ama; es decir, para realmente florecer en Él, para dejar de castigarnos, y así tendremos las puertas abiertas a los talentos que Dios nos regala, y así podremos también poner a trabajar todos esos talentos para su Gloria para su honra para su honor.
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